domingo, 18 de agosto de 2013

Ideas Colocadas Al Azar



Hace tiempo que lo tengo todo. Tengo un techo, tengo un plato que poner delante de las narices, tengo un par de zapatos con los que calzarme, y hasta tengo la certeza de que puedo salir a la calle sin que me peguen un tiro… Pero sin embargo no puedo evitar sentirme vacío por dentro.

 Ya he apuntado más de una vez lo que exaspera; tantas voces sin voz, las medias tintas, e incluso la línea recta, clausurada, sí, de la ignorancia. Más de una vez he intentado haceros entender las leyes caóticas de mi mundo, mas, entre alamedas marchitas mi voz nunca ha llegado a salir de anhelo, y aquí sigue, ávida de fantasías utópicas.

Me falta la chispa que otorga la vida a las ilusiones, me falta ese instante en el que todo se reordena cobrando sentido, me falta… el sutil cristal que separa el mediocre fracaso del esperanzador éxito.

 He intentado llenar mi vacío con placer, carnal, espiritual, deseante… ¿Qué más da? Sólo he vuelto a dar una nueva vuelta de tuerca al ciclo. ¿Cuántas vueltas van ya? Que hasta las palabras andan medias enrevesadas, y se atropellan unas a otras.
 Sigo solo, por querer abarcar la máxima compañía posible, por no alzar la voz con mi verdad, por… simplemente no hacerlo
 Sigo esperando mi momento por quedarme a medias tintas, porque los demás se quedan en ellas también… y el paupérrimo trato resultante a veces me repugna.
Sigo conduciendo caminos guiados por la ignorancia de otros, por no poder, o no querer, o porque hay días que no me apetece simplemente hacer entender mis metáforas.

He de aceptar que soy alguien peculiar, por diversos motivos soy especial y punto.
A los que somos así nos gusta diferenciarnos, nos reconocemos entre nosotros, saltamos de una idea a otra, aunque nadie nos sigua el hilo...; porque cada palabra es un pensamiento, una idea, un concepto en si mismo. Porque con una palabra ya todo ha quedado dicho.
 Aguardamos grandes revelaciones ansiosas, que ya están construidas en nuestra cabeza,  forman parte de nosotros, y que simplemente hay que sacarlas a la luz. Y siempre, siempre, hay algo más que queda por decir. Es nuestra bendición y nuestro castigo. Siempre nos queda algo más que decir en el tintero, yo lo llamo inquietud.

 No necesitamos de nadie para decirnos como pensar, pero si que necesitamos a otros que se den cuenta de nuestra peculiaridad, necesitamos de verdadera admiración, quizás tan sólo de una única persona. Llamémoslo complejo de reconocimiento, quizás porque nunca le dijimos a mamá “¡Mira lo que hago!”, porque lo que nosotros hacíamos y hacemos no se mira. Se siente y se vive. En definitiva… se muere por ello.

 Pero la indiferencia, el hecho de no trascender, es nuestro peor castigo. Porque se nos juzgaría como a la masa anónima, de esa que huimos y aborrecemos, somos diferentes pero… ¿No sería más constructivo el respeto? Quizás todos aprenderíamos algo.
Si al final no somos más que virus. Lo único que queremos es implantar la misma idea en todos. Precisamente, que no hay una única idea. Aunque todas vienen a decir lo mismo, tienen la misma raíz o el mismo fin.

Para vosotros mi voz os resulta tediosamente inconexa, para mí, súbita y maravillosamente reconfortante cuando se digna a fluir. Como una verdad que te desliza sigilosa para hacerte dar un paso más, y de repente… ¡Pum!, llega para quedarse, singularizando ideales y visiones por igual. Regalando respeto y fascinación. En definitiva construyendo un ente mejor
 ¿Cómo no va a ser bella la xenofilia, si alimenta la chispa del mundo?

Ansío el día en el que pueda hablar siendo escuchado por alguien que esté dispuesto a escuchar, en el que lo simple sea simplemente complejo y aceptado como tal, sueño con el día en el que entendamos que el trabajo no mata a nadie, y aunque es tentadora la pasividad, más tentadora es la curiosidad. Sueño con respeto, sueño cada día con encontrar a alguien que sepa decir “No”, sueño con poder hablar sin escuchar los gritos del que menos sabe, sueño con palabras que se nos vienen grandes. Sueño con mentiras que un día dejarán de serlo.