domingo, 22 de marzo de 2015

A Que Me Levanto...


La humanidad se desvanece, etérea, como el amor hacia una madre drogadicta que hipoteca el futuro de todo dios por la ambrosía de su tormento, hipotecar.
Y es triste, probablemente uno de las mayores aspectos, sí… Supongo que lo es definitivamente, el darle la espalda a tu propia naturaleza. Pero aún lo es más desaparecer. Y somos animales, eso es lo único que de este mundo no nos quita nadie. Y cuando el hambre apremia, matamos por comida.  Yo no soy diferente supongo… Soy lo de siempre improvisado “Muge Latino, muge…”
Odio la falta de seriedad. Y te lo dice alguien capaz de entrar en un funeral gritando; “¿Dónde está el muerto?” mientras hace un par de carantoñas. No lo he hecho nunca, pero no descarto hacerlo. Porque no es cuestión de reírse menos, lo es de reírse bien. Para que cuando me llamen sin vergüenza lo hagan con razón. Porque lo soy, porque lo sé. 
 Hume decía que el ser humano ha de ser esclavo de sus pasiones… Debe ser difícil explicar lo que tiene un patrón tan exacto, que de vez en vez hace como que lo pierde porque ha de hacerlo. Porque la clase es lo que tiene, que si se para a excusarse pierde el tren de la magia, que no se refleja ni a si misma cuando está presente… “¡Suave, dulzona!”
Soy de las que prefiere guardarse las pasiones para la cama, en un sábado constante de Julio, o cuando ya no queda ninguno. Y hablando de muertos; cuando toque poner epitafio que me pongan eso de “A que me levanto...” me hace gracia… Y quién sabe, a lo mejor solo por tocar los cojones lo hago. Un par de “destornilladores” bien amargos en el “Jazz Hole" pueden ayudar… aviso.


Por cierto, me desvío solo un momento. Ser artista mola, eso para empezar. Tienes el pretexto perfecto para básicamente lo que sea, y siempre un poco más.
 Si te fumas media Jamaica es que buscas deslineada inspiración en el ánimo volátil del humo. Si bebes, coño, aíslas las conmensuradas cercas de la realidad enclichada en la piel. Y Si follas por ejemplo, es porque te entregas extasiada al más puro deleite del alma mather de la comunicación.
 Ahora vete tú el Lunes al trabajo, te enciendes un porro, sacas el Vodka y le echas un polvo al jefe a ver qué pasa…
 Pero un artista no, un artista está por encima de todo eso, al menos antes de que el hambre apremie, donde “el tiempo en el que yo vagaba, con el estómago vacío, por Cristianía” se hace prevalecer. El hambre lo ha inventado Hamsun…
 El trabajo de un artista no consiste en que su obra te haga más listo, si no el de hacerte parecer más tonto. Y gracias a dios que es así… Y si no la entiendes, siempre se puede recurrir a llamarte “paleto” y el resultado a fin de cuentas va a ser el mismo. Solo que el paleto se irá a su casa a consumir sus productos de usar y tirar, al paleto nadie lo llama tonto. Porque su autarquía se asemejada al cromosoma en superávit, tanto en efectos, como en ineludible, porque se extiende y hace acopio y gala de su progenie.

 Cuando escribir estaba tan mal visto como robar gallinas, esto molaba más ¿Qué queréis que os diga? Los escritores han desvirtuado la literatura. La han jodido, para que andarse con eufemismos. Porque ahora estar mal visto está bien visto, y no eres artista si no llevas chaleco. Eso sí, como pasa en la política, esto sigue siendo un problema de los de fuera contra los de dentro. Solo espero que no deje de estar mal visto del todo… A ver si me voy a tener que dedicar a otra cosa.

 Y que conste que no me gustaría, ya por lo menos para darle valor, a todas las broncas silenciosas con la familia que he tenido. Sé que les hubiera gustado que hubiera estudiado medicina, derecho, o yo qué sé yo, ¿una sobrevalorada ingeniería? (Oompa loompa de la ciencia nunca). Pero elegí el camino difícil, el divertido para qué engañarnos. Para dedicarme a mi pasión y no tener que trabajar ni un solo día de mi vida.
Y mira que mi madre siempre me decía que no nombrara a nadie, pero yo si tengo que llamar payaso a alguien lo hago. Marwan, que en paz descanse… Y ahora que lo pienso mi abuela solía decir lo mismo, debe ser cosa de familia.
Tengo la boca suelta y el tintero lleno, no me va dejarme la cabeza en casa, aunque esté de moda. Me gusta cuestionar, hablando no siempre se comprende, pero nos entendemos la multitud. Aunque la única pregunta que realmente creo que merece la pena absoluta de plantearse es si suicidarse o no, la gente se suele escandalizar, ¡paletos! (veis, y nadie se ofende, ofenderos que si no, no como). Pero sí, absolutamente nada de lo que hagamos tendrá un sentido estricto, energía que se mueve. No le descubro la pólvora a nadie. Lo único que nos salva es el ego, la inmortalidad.
Aquí solo una regla; esto se acaba. Y desde que nacemos es lo único que queremos romper. No me digáis que no somos unos putos sarcásticos. Así que como la carne se va pudriendo poco a poco, y lo de meter el coco en un tarro me da como cosa, llámalo claustrofobia. Claustrofobia. Escribo, canto, pinto, o me subo a una tarima para que cuatro locos con un grado de perturbación equiparable a la mía me aplaudan y no se olviden de mí. Y no busco gustarte… pero no me prives de no hacerlo.
No puedo evitar morir algún día, pero mientras nade un pez hay vida todavía. Eso es ser un animal humano.
Un artista no es más que un niño yendo de listo que le vitupera a las reglas del los dados, portándose mal, para que se acuerden de él. Llevando la contraria, lo universal, llevando lo mismo en forma genuina, pero llevando… con “Cráneo previlegiado” como se decía en una taberna madrileña que yo me sé.
Me gusta llevar la contraria, toda una vida dedicada a ello, y también a todo lo opuesto. ¿Y por qué no?
Oye, ahora que lo pienso, yo venía aquí a otra cosa eh…, pero bueno, ya lo dejo dicho. Así que cuando me entierren… ¿Y si me levanto?