lunes, 8 de julio de 2013

Cartas a una novia que nunca fue



Ayer fue demasiado tarde, ayer… ayer te miré y no te vi. Eras sol y luna, eras libro y calle… Para mi lo fuiste todo sin que ni siquiera lo supieras. Eras un grito ahogado en mi mente, que reticencias cercioradas tenía de salir. Eras la música que expresa lo que bramaban y braman mis ojos, lo que mi boca extravía entre tantas premisas y lo que en mi pluma no cabe.
  
 Ayer dijiste que antes eras normal, es hoy cuando no eres más que mediocridad disfrazada de una imagen patética de incomprensión. Eras la más extraordinaria de las habitantes de esta bufonada. Pero tú, “Marquesa” has preferido venderte a un pueblo que no es el tuyo,  sólo por ser aceptada.
 Preferiste ser una anodina más, y mientras los reductos de tu genialidad mueren asfixiados en la banalidad consentida que se ha convertido tu rutina, yo sigo cautivo de una tierra que se niega a dejarme emigrar de su exasperante herencia.
Un día jugamos a perder la infancia, pero hoy tú has vuelto a los sonajeros…

Yo me quedé aquí, guardándome los prejuicios, apartado de todos, sonriendo hipócritamente a las mismas lunas cruentas que ayer nos daba la vida, con la miel en los labios; sabiendo que todo queda a un tiro una piedra que no alcanzo a aferrar conmigo.
 Respirando aromas efímeros de hiel, de dulzores de tonalidad agridulce, sabiendo que hoy será mejor que ayer pero peor que mañana. Un mañana, que aún llegado se va retrasando más y más…
 Y aunque quiera paliar a los fantasmas de lo que ayer ocasioné, la recurrencia es irremediable. Vivo sabiendo que todos mis trasgresiones son mías y de nadie más.

No es que quiera lo que ayer tuve, porque hoy te aseguro que de lo nuestro ayer sólo me interesa el rico recuerdo. Ayer te vi y recordé los días en los que tenías los pies descubiertos, los brazos abiertos, ayer me recordé besando y bebiéndome tu aliento… Ayer me recordé viviendo nuestra quimera, una quimera de la que no terminé de ser dueño.


No te puedo culpar por irte, yo en otro tiempo habría hecho lo mismo. Pero como te dije en una ocasión, “algunos no tenemos otra elección porque hemos elegido no tenerla”, porque queremos todo o nada, porque no queremos medias tintas… Porque le tenemos miedo, pavor…
Y buscar el equilibrio en los extremos; destruyéndote por vocación y hasta a veces laborando de enemigo propio, puede ser desesperante.
A veces, incluso llego a dudar por un segundo. Mas, un día decidí no venderme y vivir bajo mi propio criterio, sin seguir a ninguna masa, sin obedecer a la ceguera… Hoy no hago más que ratificar lo que he elegido.

¡Ay Marquesa!, ¿Qué más te puedo decir? Todos se han llevado el trozo de pastel más grande, y el más maltratado por la suerte sigo siendo yo, pero ¿Que más da? Si he visto y hecho más de lo que ellos admirarán en toda su vida. Y tú marquesa, ¿Qué me cuentas? ¿Qué te cuenta la mente que una vez cercaste?

Todos portamos una gran historia y una guerra, no se si la ganaste, la perdiste, o simplemente te paraste a descansar y terminantes dormida; olvidando como tantos otros que viven en los cielos, el suelo en el que librabas tus batallas más épicas.

 Miro al espejo y lo único que me dice es que tú no volverás a aparecer por ninguna parte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario